EL DÍA, S/C de Tenerife
La Policía Nacional detuvo, por segunda vez en cuatro meses, al dueño de empresas irregulares de seguridad, ya que supuestamente defraudó 1.200.000 euros a la Administración de la Seguridad Social. El individuo, R.G.E.M., de nacionalidad venezolana, ya fue arrestado en septiembre por ejercer el intrusismo en la seguridad privada, estafa, fraude, alzamiento de bienes y un delito contra los derechos de los trabajadores.
Durante cuatro meses, el Grupo Operativo de Seguridad Privada (GOSP) de la Comisaría del Sur de Tenerife, en coordinación con la Tesorería General de la Seguridad Social, llevó a cabo la operación Mangosta.
El acusado quedó en libertad provisional con cargos en septiembre y continuó con las mismas actividades ilícitas. Ahora, los agentes han puesto al descubierto un extenso entramado de cuentas y sociedades.
Los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía constataron que las actividades ilícitas llevadas a cabo por el empresario consistían en descapitalizar las empresas y, de esta forma, eludir los pagos a la Seguridad Social, tanto de las cuotas societarias como de las de los trabajadores. Respecto a los empleados de R.G.E.M., llegaban a trabajar unas 12 horas por cada jornada y llegaron a estar sin cobrar hasta seis meses.
Además, al embolsarse el arrestado las cuotas de la Seguridad Social para el personal, los empleados se quedaban sin cobertura sanitaria ni por desempleo.
Cuando estas víctimas procedían a reclamar el dinero que les correspondía, lo único que encontraban era una empresa totalmente arruinada y un "hombre de paja" al frente de la misma, que ni siquiera se hallaba en nuestro país.
Con este "modus operandi", el lucro para el delincuente ascendió a cantidades astronómicas.
Desde la Comisaría Provincial aseguran que este tipo de delitos son difíciles de "investigar, ya que la complejidad de la trama, la necesidad de agentes especializados y la buena presencia" del defraudador obstaculizaban considerablemente el esclarecimiento de los hechos y convierten al autor en casi "invisible" entre la sociedad.
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La Policía Nacional detuvo, por segunda vez en cuatro meses, al dueño de empresas irregulares de seguridad, ya que supuestamente defraudó 1.200.000 euros a la Administración de la Seguridad Social. El individuo, R.G.E.M., de nacionalidad venezolana, ya fue arrestado en septiembre por ejercer el intrusismo en la seguridad privada, estafa, fraude, alzamiento de bienes y un delito contra los derechos de los trabajadores.
Durante cuatro meses, el Grupo Operativo de Seguridad Privada (GOSP) de la Comisaría del Sur de Tenerife, en coordinación con la Tesorería General de la Seguridad Social, llevó a cabo la operación Mangosta.
El acusado quedó en libertad provisional con cargos en septiembre y continuó con las mismas actividades ilícitas. Ahora, los agentes han puesto al descubierto un extenso entramado de cuentas y sociedades.
Los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía constataron que las actividades ilícitas llevadas a cabo por el empresario consistían en descapitalizar las empresas y, de esta forma, eludir los pagos a la Seguridad Social, tanto de las cuotas societarias como de las de los trabajadores. Respecto a los empleados de R.G.E.M., llegaban a trabajar unas 12 horas por cada jornada y llegaron a estar sin cobrar hasta seis meses.
Además, al embolsarse el arrestado las cuotas de la Seguridad Social para el personal, los empleados se quedaban sin cobertura sanitaria ni por desempleo.
Cuando estas víctimas procedían a reclamar el dinero que les correspondía, lo único que encontraban era una empresa totalmente arruinada y un "hombre de paja" al frente de la misma, que ni siquiera se hallaba en nuestro país.
Con este "modus operandi", el lucro para el delincuente ascendió a cantidades astronómicas.
Desde la Comisaría Provincial aseguran que este tipo de delitos son difíciles de "investigar, ya que la complejidad de la trama, la necesidad de agentes especializados y la buena presencia" del defraudador obstaculizaban considerablemente el esclarecimiento de los hechos y convierten al autor en casi "invisible" entre la sociedad.
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